El frío afecta negativamente a nuestra salud, pudiendo causar problemas cardíacos, infecciones respiratorias, alergias, patologías reumáticas y problemas en la piel. Una dieta variada, con alimentos en los que predominen los productos de temporada y los platos elaborados, ayuda a afrontar las dolencias asociadas al invierno.

Uno de los efectos del frío en el organismo es que el cuerpo intenta conservar una temperatura interna elevada para proteger los órganos vitales. Para conseguirlo, reduce la circulación de la sangre en las zonas periféricas del cuerpo como son los brazos, las manos, las piernas y los pies. Es por eso por lo que la piel y los tejidos en estas zonas se enfrían.

Otro de los efectos del frío es que debilita el sistema inmunitario, puesto que cuando bajan las temperaturas se enlentece el ritmo de formación de las defensas con lo que las posibilidades de que un virus te infecte aumentan de manera considerable. Además, si tenemos en cuenta que aparte de las bajas temperaturas, se añade que pasamos más tiempo en el interior de espacios sin ventilar, que se disminuye la humedad ambiental por el uso de calefacciones… hace del invierno la estación ideal para sufrir gripes y resfriados.

Por todo ello, en cuanto empiezan a bajar las temperaturas es recomendable aumentar el consumo de alimentos que te reconfortan y que, además de nutrirte correctamente y reforzar tus defensas, te ayudan a mantener la temperatura corporal. ¡Eso sí! Para evitar ganar peso, tendrás que buscar las opciones menos calóricas o aumentar el ejercicio físico.

Alimentos para entrar en calor

1. CAFÉ, TÉ E INFUSIONES

Las infusiones calientes aportan confort al cuerpo además de hidratarnos. Los componentes del zumo natural de limón le confieren un efecto bactericida excepcional, por lo que si lo añades a la infusión te ayuda a limpiar la garganta de posibles organismos patógenos. Si quieres mantener la línea, añádele edulcorantes naturales en vez de azúcar o miel.

Algunas infusiones, como la de jengibre, genera mucho calor en el cuerpo, de tal forma que permite que el cuerpo se caliente desde adentro. Además, en el caso del jengibre, la gran cantidad de componentes activos que contiene hace de esta raíz una buena alternativa para el resfriado.

2. SOPAS, CALDOS, CREMAS Y PURÉS CALIENTES

Cuando llega el frío, se convierte en el plato más deseado: un caldo caliente reconforta y templa el cuerpo. Además, como el agua es el ingrediente principal, ayuda a tener a raya la hidratación. Son ideales para calmar el hambre y calentarnos apenas llegamos a casa. Mejor si las preparamos con muchos vegetales y hortalizas, puesto que a la vez nos cargan de minerales.

Una buena opción es preparar la versión más clásica de sopa, con una base vegetal de puerro, cebolla, zanahoria y apio, y añadiendo un ingrediente de origen animal, como el pollo; además de la pasta que se prefiera.

Esta combinación garantiza la aportación de minerales y proteínas recomendada en una comida. Así mismo, cuando se tiene un resfriado o la gripe, la ingesta de líquido en abundancia contribuirá a rebajar molestias como la mucosidad o la inflamación de garganta.

3. GUISADOS Y LEGUMBRES

Su aporte en hidratos de carbono, proteínas, grasas cardiosaludables (si se cocinan con grasas vegetales como el aceite de oliva virgen extra), y en vitaminas del grupo B son buenos aliados para enfrentarse al frío invernal. Una de las funciones de las vitaminas del grupo B es la de contribuir al buen funcionamiento de nuestro metabolismo energético para cumplir nuestras funciones vitales.

4. CACAO, CHOCOLATE Y OTRAS BEBIDAS VEGETALES

Solo con sujetar un vaso de bebida vegetal o de chocolate caliente ya te hará entrar en calor. Si te decantas por el chocolate, mejor tómalo con moderación y ocasionalmente, puesto que aporta muchas calorías. Prepara tu bebida siempre con chocolate negro puro y leche desnatada.

5. ESPECIAS Y CONDIMENTOS

Algunas especias provocan un aumento de la temperatura corporal. Es el caso del cardamomo, la cayena, el chile o el jengibre, entre otras muchas especias. El comino, el tomillo y la pimienta, además de ser un buen condimento, tienen componentes con propiedades antigripales, y la pimienta de Cayena tiene componentes como la capsaicina que pueden acelerar el metabolismo y favorecer las digestiones.

Prioriza los productos de temporada

Una alimentación variada basada en la dieta mediterránea que fomenta el consumo de productos de temporada ayudará a estar más preparados para hacer frente a las dolencias típicas de esta época. Además, hay vitaminas que se convierten en las protagonistas del botiquín dietético contra el frío:

  • La vitamina A se encuentra en productos lácteos y derivados, así como en la carne y los huevos. Una de sus funciones es la de mejorar los problemas de la piel derivados del frío, y prevenir grietas y erosiones.
  • La vitamina C es antioxidante, contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunitario y a disminuir el cansancio y la fatiga, por lo que puede ayudar a prevenir y mejorar los síntomas de los resfriados. Puedes obtenerla consumiendo frutas, verduras y hortalizas.

Mucha fruta y verdura

El consumo de fruta y verdura, además de proporcionar los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del organismo, puede reducir el riesgo de algunas enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías y determinados tipos de cáncer. Como parte de una dieta saludable baja en grasas, azúcares y sodio, la OMS recomienda consumir más de 400 gramos de frutas y verduras en el día.

Por lo tanto, aumenta las raciones de fruta, preferiblemente comiendo la pieza entera, a ser posible, con piel o pulpa, sobre todo de cítricos y variedades de temporada con mucha vitamina C, puesto que son un remedio natural para prevenir resfriados y reducir sus síntomas.

Prepara un guiso caliente para la comida principal que integre verduras propias de la temporada de invierno, como por ejemplo la calabaza, las acelgas, las espinacas o la coliflor. Platos como las judías con jamón y espinacas, o los potajes con garbanzos y acelgas te harán entrar en calor, y a la vez te aportarán hierro, un mineral que si nos falta puede provocar sensación de fatiga y anemia.

XF recomienda: Si tienes deficiencias nutricionales puedes recurrir a un suplemento, pero antes consulta al farmacéutico

Según el Comité Científico de la Sociedad Internacional de Inmunonutrición en una declaración hecha a raíz de la pandemia de la Covid-19, en marzo del 2020, en ciertas poblaciones de riesgo, como la población de edad avanzada, se recomienda incrementar la ingesta de algunos micronutrientes a través de suplementos, en particular, zinc, vitamina C, vitamina E y especialmente, vitamina D, puesto que en invierno nos exponemos menos al sol. Estos expertos han observado que estos micronutrientes son capaces de mejorar la inmunidad específica, precisamente la encargada de generar más anticuerpos.

Alimentos con probióticos y prebióticos

Según publican sociedades especializadas, los probióticos podrían ser útiles para la prevención de las infecciones respiratorias de vías altas en la infancia y en personas de edad avanzada.

Los alimentos probióticos contienen bacterias «amigas» que colonizan la flora intestinal. Esta flora, también conocida como microbiota, cumple varias funciones, entre las cuales está la de asegurar que el sistema inmune funcione adecuadamente. Un ejemplo de probiótico es el yogur. Tomar uno al día podría ayudar a prevenir molestias gastrointestinales e incluso los resfriados.

Los prebióticos, por su parte, son sustancias vegetales no digeribles que actúan de alimento para estas bacterias, principalmente los lactobacilos o las bifidobacterias. Los prebióticos se encuentran de manera natural en alimentos como las alcachofas, espárragos, ajos, cebolla, trigo, remolacha

Alimentos a evitar

Así como hay alimentos que nos ayudan a protegernos del frío, también hay otros que pueden contrarrestar la acción de las defensas y empeorar un resfriado. Evita los productos ultraprocesados, los alimentos azucarados y las grasas trans como los que se encuentran en:

• Alimentos preparados industrialmente, como los canelones, las pizzas, el yogur helado o el helado.

• Productos fritos o empanados, como las croquetas.

• Aperitivos salados, como las patatas fritas.

• Galletas.

• Grasas sólidas como las margarinas y mantecas.

• Bollería industrial.

• Pasteles y tartas.

• Comida rápida.